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miércoles, 29 de junio de 2016

LÓGICA ILÓGICA




      El corazón se compone de emociones y sentimientos. Una emoción puede ser la ira, la tristeza, la felicidad, la compasión, el amor o la esperanza, y es de corta duración. Una emoción se encuentra en lo que experimentamos al pincharnos con una aguja, o en lo que nos ocurre cuando recibimos un regalo de cumpleaños. Un sentimiento, por otro lado, es una emoción que perdura durante largos periodos de tiempo. Un sentimiento está en lo que notamos cuando nos pinchamos con una aguja, y no podemos sacarla de nuestra piel, de manera que se queda incrustada, haciéndonos daño, durante mucho tiempo. Un sentimiento puede ser también un regalo continuo, una sensación eterna de felicidad máxima.
      Estamos, sin embargo, acostumbrados a la lógica, a hacer las cosas por el camino que nos ofrece más salidas, sin tener en cuenta nuestros sentimientos. Escuchamos mil veces a lo largo de nuestra vida dichos como «sigue a la razón, y no al corazón». Elegimos qué carrera estudiar, o a qué dedicar el tiempo libre según unos estándares pre-fijados socialmente que atienden a leyes matemáticamente correctas; viables. No nos paramos si quiera a pensar, a razonar, que si tenemos sentimientos, será por algo, y que quizás deberíamos escucharlos de vez en cuando. No invertimos tiempo en poner en duda los dichos que ignoran nuestra parte humana, que son los sentimientos, pero sí lo gastamos en hacer las cosas según lo políticamente correcto, sin tener ninguna seguridad en lo válidas que puedan ser las leyes que nos respaldan, ya que al fin y al cabo, no dejan de ser dichos, y nada más. Seguimos algoritmos fundados en una lógica irracional, sin ninguna fiabilidad, que derivan en la construcción del humano-ordenador, un ser que carece de ser; que no es.
      Cuando tenemos esa aguja incrustada en la piel, y eso nos hace sufrir, lo humano es eliminarlo de nuestra vida, a pesar de que nos digan que lo sensato es seguir teniendo esa aguja dentro de la piel. Y cuando encontremos algo que nos aporte alegría continua, entonces ¿por qué no agarrarnos a ello? Porque es justo ahí, y no en los números, donde está la clave de la verdadera felicidad. Es en ellos, en los sentimientos, donde se haya la lógica de la vida.


      Qué infeliz aquel que busca respuestas fuera de sí mismo. Qué desdichado el humano-ordenador, que se esfuerza tanto por cumplir con lo correcto, que pasa la vida sin haberla vivido. 

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